¿Podemos influir en los comportamientos preventivos de los demás?

comportamientos preventivos

Hace unos meses tuve una experiencia de esas que habitualmente no suelen ocurrir. Una experiencia que cuando sucede, das por compensado todo el esfuerzo que hacemos los prevencionistas por lograr que se interiorice la seguridad y salud en el trabajo como algo natural y necesario.

 

Ocurrió cuando estaba dinamizando una sesión de cultura preventiva con trabajadores en una empresa. Estábamos realizando una práctica sobre el cuidado de los demás, explorando las situaciones en las que podemos influir en las personas para generar cultura preventiva positiva.

 

Acabábamos de empezar cuando se desató el debate. Una asistente, Maite, desde el principio del ejercicio estaba callada y se le veía un tanto enfurruñada. Llegado un momento comentó en alto y con gran enfado “Yo no tengo que decirle a un compañero que se proteja, no es mi responsabilidad. Es responsabilidad de su Mando y del Técnico de prevención, para eso les pagan”.

 

Inmediatamente, Antón, el Técnico de prevención que también participaba en la sesión, se puso en pie y con dedo acusador le dijo “Maite, tienes que hacerlo porque es tu obligación. La empresa ha determinado que es un comportamiento a seguir, y tú tienes la obligación de cumplirlo”. Inmediatamente se creo un silencio incómodo. Mikel, que estaba revolviéndose en su silla comentó “Es que yo, si veo a alguien en una situación de riesgo, se lo tengo que decir, no me quedaría conforme con no hacerlo, ¿Y si pasa algo? No me lo perdonaría nunca.”.

 

A partir de ese momento se abrió un pequeño debate entre los tres tratando de hacer cambiar a Maite de opinión. Por mucho que Antón quiso convencerle de que así era la norma y que había que cumplirla, no hubo manera. Trascurrido un tiempo que consideré prudente, y visto que el debate no se resolvía, lo corté para que continuáramos con la dinámica que acabamos de iniciar.

 

Les planteé que debatieran sobre cómo cuidaban de sí mismos y de las personas de su entorno cercano (familia, amigos, vecinos, …) en su ámbito no laboral (en casa, en la calle, al volante, realizando deporte, …). Poco a poco fueron saliendo múltiples ejemplos de actuaciones que realizaban habitualmente y que tenían interiorizadas. Analizamos conjuntamente si esas mismas acciones tenían cabida en el ámbito laboral y poco a poco fueron afirmando que sí, que claramente eran extrapolables.

 

Estábamos finalizando la dinámica cuando se obró el “milagro”. De pronto Maite dijo, “Vale, creo que tenéis razón, no me debería quedar callada y sin actuar si veo al compañero en riesgo …, estaba equivocada”. Como os podéis imaginar la reacción de los compañeros fue unánime, no hubo aplausos pero si sonrisas de oreja a oreja debido a su cambio de opinión.

 

La experiencia que vivimos es una pequeña muestra de las diferentes actitudes preventivas que nos podemos encontrar en una organización.

 

Maite en un primer momento tenía claro que la prevención no era su responsabilidad, en todo caso, de su mando o del Servicio de prevención. Seguramente no haría nada hasta que pasara algo gordo. Esta actitud la podemos relacionar con culturas preventivas reactivas, en las que no se hace casi nada, hasta que pasa algo. Antón, el Técnico de Prevención norma en mano, acordada, consensuada y difundida en la empresa, trataba de convencer con ese argumento. Es decir, generaba la necesidad desde la obligación, aspecto que muchas veces no genera un cumplimiento automático ni duradero.

 

Estos dos tipos de culturas preventivas, la reactiva y la sistemática, no suelen lograr alcanzar los resultados de siniestralidad que desea la organización. En el caso de las culturas sistemáticas, muchas veces llegan a alcanzar objetivos por la presión de un “policía” (El Técnico de prevención, el Auditor, el cliente, …) que persigue que las actuaciones preventivas se lleven a cabo. Normalmente ocurre que sin dicha presión no se realizarían.

 

Prevención natural

Quedémonos con la actitud de Mikel. Una actitud que le sale de dentro, que forma parte de su ADN, y que no necesita de factores externos para llevarla a cabo. Esta actitud generalizada en una organización, nos hablaría de una organización con cultura proactiva o generativa. En estas organizaciones, el cero daños en los trabajadores se acerca a la realidad.

 

La actitud individual que cada uno tenemos en prevención, influye en nuestro entorno cercano. Si además tenemos personas a nuestro cargo, la capacidad de influir en sus comportamientos es mucho mayor. Si nuestra actitud, es una actitud honestamente preventiva, que forma parte de nuestro ADN, los demás lo notarán. Será bastante probable que seamos capaces de influir positivamente en nuestro entorno, y como pasó en el caso de Maite, lleguemos a cambiar las actitudes de los demás.

 

 

Directora de Consultoría y Formación

2 comentarios sobre “¿Podemos influir en los comportamientos preventivos de los demás?

    1. Gracias Sara!!!

      La verdad es que fue un momentazo que no se me olvidará nunca. Salí de la sesión con una sonrisa, y al acordarme, todavía me dura. Y hoy con tu comentario, pues me vuelvo a acordar.

      Eskerrik asko!!!

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