Elimina el Estrés para siempre

Y estarás muerto.

Primero las malas noticias: el estrés no se puede eliminar.

El estrés es una reacción del organismo necesaria para afrontar una situación que se percibe como amenazante. Sea cuál sea la razón por la que se activa, el estrés es un mecanismo de defensa automático, interno y natural.

El estrés nos beneficia. Nos alerta de una amenaza y prepara al organismo para la acción: la musculatura se contrae, aumenta la respiración, se acelera el ritmo cardíaco, las pupilas se dilatan… Pasa un poco como con el mecanismo del dolor: molesta, pero es necesario que esté ahí y que funcione bien. De hecho, si está ahí es porque evolutivamente ha demostrado su utilidad.

 

Sin embargo, la activación del mecanismo del estrés supone un gasto energético importante. Si el esfuerzo se mantiene durante mucho tiempo el organismo se agota, y aparecen los síntomas del estrés crónico: problemas gastrointestinales, fatiga física y mental, dolor muscular, pérdida de memoria, alteraciones en el sueño…

Las buenas noticias: el estrés se puede gestionar.

De la gestión del estrés a nivel organizacional hablaremos en otro momento. Hoy nos vamos a centrar en el plano individual, porque nosotros también podemos aportar, y mucho.

Gestionar el estrés de forma individual requiere actuar en tres momentos: antes, durante y después.

Antes: conoce tus estresores y tus estrategias de afrontamiento.

Conocer cuáles son nuestros estresores personales es el primer paso para poder gestionarlos de forma apropiada.

Una vez hayas identificado las situaciones que te generan estrés, analiza qué estrategias sueles utilizar para enfrentarlas. Identifica cuáles funcionan y cuáles no. Modificar las estrategias que no funcionan será tu próximo trabajo.

Durante: conoce tus indicadores de alarma.

Es importante reconocer las señales de alarma que emite nuestro organismo ante los estresores. Estas pueden ser sensación de ahogo o presión en el pecho, aumento de la frecuencia cardíaca, incremento de la sudoración, movimientos automáticos (como rascarse o juguetear con algún objeto), carraspear, etc.

Cada uno debe conocer cuáles son sus señales de alarma, porque así, cuando aparecen podemos pararnos, respirar, pensar, y escoger la estrategia más adecuada.

 

Después: descarga y relajación.

Descargar el exceso de tensión es necesario para evitar los problemas que pueden derivarse de un acúmulo de estrés. Evita que una gota desborde el vaso.

Existen diversas técnicas de relajación (ejercicio físico, relajación muscular, meditación, respiración abdominal…). Ninguna es mejor que otra; cada uno debe buscar la técnica que personalmente le resulte óptima.

 

Y recuerda…

  • Duerme el tiempo necesario para descansar; ni más, ni menos. Entre 7 y 9 horas diarias está bien.
  • Mantén una alimentación equilibrada. Evita las bebidas alcohólicas, el tabaco, y el exceso de sal, azúcar y grasas.
  • Habla con amigos y familiares. No es necesario hablar de tus preocupaciones y pensamientos negativos; lo importante es la distracción y el contacto con las personas.
  • Mantente activo física, mental y socialmente.

 

El Estrés sucede; aprende a gestionarlo.  https://www.osarten.com/ataria/es/cuidatumente

 

Psicólogo Laboral. Técnico PRL.

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